Crónica de verano

Madrid 27 de Agosto.

Hace seis años que disfruto del verano en la costa de Almería y de la contemplación del desierto y los diarios paseos hacia las playas del Cabo de Gata atravesando maravillosos bosques de pitas y esplendidos pinares.

Playa de Los Genoveses

Este verano he cambiado la perspectiva familiar por la de un grupo de voluntarios internacionales provenientes de Líbano, Alemania, Inglaterra, Bélgica, Canadá, Portugal, Francia, Australia y España que se han desplazado a la zona para colaborar con Cruz Roja de Almería en los distintos proyectos humanitarios que lleva a cabo con el colectivo de inmigrantes- legales e ilegales.

Hace tres años llegaron a la costa Almeriense algunos centenares de pateras durante los meses de verano.  Este verano durante la última semana de Julio y las de Agosto en las que se desarrolló el proyecto, solo cinco pateras llegaron al puerto de Almería.

La gran mayoría de las pateras es detectada por Salvamento Marítimo  – en ocasiones un barco de la Guardia Civil se acerca al lugar de rescate de la patera y colabora en el traslado de los inmigrantes al barco de Salvamento- no siempre. Se produce en ese momento la alerta a Cruz Roja que se prepara para asistir a la patera en un lugar específicamente y perfectamente equipado a tal efecto en el Puerto de Almería.

Normalmente falta una hora para que el barco de Salvamento, con la patera a remolque y los inmigrantes a bordo, llegue al puerto donde les esperan los técnicos y voluntarios de Cruz Roja –para ofrecerles asistencia humanitaria en primer lugar- y la Policía Nacional para la posterior identificación detención y si procede repatriación de los inmigrantes.

La primera llamada en medio de la noche del Jefe de Asistencia a Pateras de Guardia de Cruz Roja le deja a uno el corazón helado. Nervios en el campamento pese a la preparación y los cursos recibidos, miedo y excitación. Esperar la llegada de la patera remolcada por Salvamento escoltada por la pequeña lancha sanitaria de Cruz Roja que sale a su encuentro a pocas millas, desde el faro del Puerto es muy triste y muy hermoso. Sobretodo si llega al amanecer.

Un Voluntario Argelino que llegó en una de ellas hace años –son muchos los inmigrantes así llegados que ahora colaboran con Cruz Roja. Interrumpe el silencio para decir “El viaje en patera es una aventura peligrosa…”. Habla de las lagrimas y también de las risas en la embarcación. De los delfines que la escoltan, y de los momentos en los que detenidos en medio del mar para que el motor descanse o poner carburante se producen inesperados baños y juegos. Los delfines son peligrosos pueden ponerse bajo la patera y hacerla volcar. Hay que rodearla de gasoil y prenderlo para que huyan pero a los 30 minutos vuelven –alegremente.

Los inmigrantes son jóvenes –muchos muy jóvenes  de16 y 17 años y casi siempre varones. En general llegan bien tras el viaje de entre 8 ó 12 horas si todo va bien. El protocolo humanitario es perfecto, reconocimiento médico, bebida caliente, ropa seca . No faltan ni sobran medios. Mucho se ha avanzado desde las primeras que Cruz Roja asistía con tiendas de campaña improvisadas en el Puerto. Sonrisas y gestos que arrancan leves sonrisas de los rostros asustados de muchos de los jóvenes- limpias sonrisas sin contaminar. En otros asoman las lagrimas o asusta la frustración. Yo pienso “debe ser aun mas duro verse obligado a abandonar un país que puede ofrecer ayuda y solidaridad sin escatimar- no sé si ellos piensan lo mismo”. Minutos, contactos esporádicos que no se olvidan. Difícil olvidar también el momento en que Cruz Roja le pasa el testigo a los policías uniformados –formados frente a la fila de inmigrantes secos y asustados. Las fuerzas de orden están presentes y con respeto y nada hace pensar que no vaya a continuar así ,pero es duro abandonarlos en el barracón.

Los que tienen suerte son repatriados.

Cuesta comprender el intringulis diplomático pero finalmente comprendemos que en función de los acuerdos con sus países de origen, España procede a las repatriaciones de muchos de ellos. Los Argelinos, muchos en llegar, están de vuelta en días –por barco o avión. Otros –menos afortunados-como los Senegaleses son abandonados a su suerte una vez expirado el tiempo máximo de retención permitido por las instituciones y leyes internacionales.

Asentamiento de Inmigrantes
Asentamiento de Inmigrantes

He tenido pocas ocasiones de ayudar en el reparto de lotes de comida para 72 horas en los asentamientos ilegales, donde los sin-papeles, sin derecho a contratos de alquiler, esperan a ser contratados por horas o días como recolectores en las llamadas Green Houses.

Una pregunta flota en el aire una y otra vez: ¿Qué comen el resto de los cuatro días de la semana?. Después comprendes que en realidad esa no es la pregunta mas importante, porque a menudo trabajan y mandan el dinero a casa. Un inmigrante ilegal puede ganar hasta 1000 euros algunos meses –si los  representantes de sindicatos y mediadores de Cruz Roja están bien informados –que lo están. Los inmigrantes en mayor dificultad se conocen y reciben remesas especiales tales como un saco de arroz una vez al mes. También pueden acudir- los que no viven muy lejos- al Centro de Día de Cruz Roja donde pueden comer, ducharse y disfrutar de media hora de Internet.

Cruz Roja visita cada uno de dichos asentamientos conocidos –y casi todos los son- una vez a la semana. Los mediadores de Cruz Roja hacen de amigos, de abogados y de padres. Reparten comida y toman nota de problemas. Ellos y nosotros somos recibidos con cariño. El temple de los mediadores hace frente a muchas situaciones no siempre fáciles, nos encanta ir con ellos y verles trabajar. Para algunos de nosotros el olor y la suciedad son insoportabales, para otros la vergüenza en algunos de los rostros. Pese a ello nos peleamos por ir en las reducidas plazas de las furgonetas de reparto. A veces disfrutamos de la hospitalidad africana y nos ofrecen un te y charlamos.

Otras ONGs –religiosas o no – completan el circulo de asistencia humanitaria en Almería capital y en el resto de los pueblos. Oímos hablar de Mama Puri a un grupo de inmigrantes de Guinea Bisao en un asentamiento cerca del Barranquete- una religiosa que les cuida en la zona. Les ha llevado un gran cubo contenedor de basura. Basura. Basura por todas partes alrededor de los poblados de plástico sucio y marrón donde viven. Un calor asfixiante este verano bajo el que dormitan durante el Ramadán seco para guardar unas pocas energías que les permitan trabajar 4 o 5 horas  de madrugada en los invernaderos  teñidos de cal blanca donde más allá de las 12 del mediodía no respiran ni las moscas. Moscas por todas partes. No hay mas baño que el salto al charco de agua con pesticidas para regar que abrasa la piel y en el que se ahogan los niños.

En el Audi a la busca de mano de obra

El asentamiento está junto al invernadero, a metros. Es cómodo salir a por la mano de obra. La multa anual de unas 500.000 compensa los beneficios y permite hacerlo en un buen vehiculo. Mientras no haya cárcel.

No sabemos si alguno de los abogados de los que cobran de 150 en 150 hasta llegar a los varios miles de Euros a los inmigrantes que llevan mas tiempo luchando por los papeles también van en Audi.

El Ejido, uno de los grandes paraísos de Mar de Plástico en la región, por la noche de lejos parece Las Vegas. Le hace uno pensar en un Western Moderno. El Egido ciudad sin ley, pero con El Corte Inglés recientemente abierto y robado a la capital. Oímos que ostenta el mayor número de suicidios por habitante de España. Rápidas fortunas que desparecen pronto en casinos y burdeles.

El desierto del futuro

A un ritmo de tres cosechas anuales,  dicen los especialistas que la tierra Almeriense se volverá seca y estéril en 20 años. Mis compañeros del proyecto apuestan a que en veinte años nada habrá cambiado mientras se mantenga el circulo de intereses- oigo una y otra vez- que a todos conviene: al empresario que obtiene mano de obra barata; al inmigrante que manda remesas ganadas con su sacrificio a su país de origen;  y al estado que evita que un problema dificil de resolver  le explote en la cara a cambio de unos miles de Euros en ayuda humanitaria y mantener los ojos cerrados sobre lo que ocurre en el próximo  cementerio de plástico de Almería.

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